LA VUELTA
En alguna ocasión Juan Rulfo
escribió:
“Que al lugar donde fuiste
feliz no debieras volver" Y yo volví.
Después de trece largos años
regrese al lugar que me vio crecer, Colima.
Mucha alegría y nostalgia
invadió mi ser al deleitarme de nuevo con los gigantescos volcanes que
resguardan Colima.
La entrada a Colima por la
parte norte ya no era el Diezmo, algunas calles antes empedradas ya estaban
cubiertas de asfalto, mucha gente de fuera, tráfico.
La ciudad se había comido gran
parte de aquellas verdes huertas en las cuales alguna vez corte sus frutos con
libertad. Unos cuantos jardines ya eran centros comerciales.
Los negocios de familias de
Colima fueron consumidos por las grandes empresas extranjeras.
El famoso restaurante la Taba
ya no existía, de donde recuerdo esas noches de fama que un ex-vecino mío que
quiero mucho ahí tenía cuando lo dejaban cantar. El Zirahuen desapareció.
Regalos Lili también ya no
existe.
La Oruga, Casa Barreda,
Blanco, El Paraíso, El Diablito, todos negocios tradicionales de Familias
Colimenses que con el tiempo se esfumaron.
Los majestuosos cines
Colimenses, Jorge Sthal, el Cine Princesa, el Cine Colima, el Cine Diana, las
dos salas de Plaza del Rey, desplazados por Cinepolis y Cinemas del Country!
Deberían haberlos hecho Patrimonio de Colima. Algunos ríos ya secos.
Colima se expandió de forma
sorprendente, ¡Claro! Trece años, que esperaba.
Lo que no cambió fue ese olor
a empedrado mojado, el olor del ladrillo, la calidez de su gente, los tuberos,
los tejuineros, ese silencio vespertino entre las dos y cuatro de la tarde, sus
bellas palmeras, sus torterias, cenadurías, peleterías, incluso la Petatera año
con año sigue.
La Curra. Q.E.P.D. |
Hasta ese momento todo estaba
bien, cuando de repente me percate de algo muy extraño, la gente que deje de
ver, ya no era la misma, estaban avejentados, agotados, acabados, algunos con
su cabello completamente blanco. El Cometa y sus relojes, la Curra, ya no estaban,
ya eran muy pocos los ancianos de los jardines Torres Quintero y San José.
Aquellas hermosas mujeres que alguna vez me hicieran suspirar, ya no eran las
mismas, estaban casadas, envejecidas, en cierta forma... infelices. Ahí fue
cuando me percate de una forma espeluznante, que yo, que yo... Ya era viejo
también, en mi ser, y en el recuerdo de aquel lugar que me vio crecer.
...Colima
Modesto Iván Zepeda Jr.
*El Poeta de la Luna llena.
*Estadounidense de padres
mexicanos.
*Poesía, narrativa, cuentos,
prosa.
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*Blog
http://desquiciadoymelancolico.blogspot.com/?m=1
*modestozepeda@me.com
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