EL ROMANCE DEL SOL
Hace tiempo, no sé cuánto en
realidad, pero no ha sido poco o mucho, si no ambos y ninguno, pues el tiempo
no es el mismo ni es contado igual por todos los seres que habitamos este
mundo. Pero paso, que tiempo atrás, un hombre de extrañas ropas, similares a
una gabardina o aun gabán, de colores amarillos, rojos, naranjas, con rombos y
figuras bien trenzadas a lo largo de toda la prenda, por delante y por detrás,
que era complicado decir de qué color era en realidad, paseaba por aquí.
Tenía el cabello largo, no era
rubio, ni castaño, tenía un brillo propio, que lucía aún más brillante con los
rayos del sol que acariciaba sus cabellos, y este respondía en una conversación
de luces, rojas, naranjas, doradas, no se podría decir de qué color era su
cabello al final.
Sus ojos eran castaños, y su
mirada era profunda y durante muchos siglos llena de melancolía y ausencias.
Hasta que la vio.
El la abordo simplemente con
mirarla, era morena, bajita, con el cabello largo y en capaz, nariz bonita
según él, como un quetzal la comparo. Se sentó frente a ella, mientras ella
leía su manual de mecatrónica segundo semestre, no tardó en darse cuenta que
era observada por él. Sus miradas se cruzaron por primera vez, ella sintió que
un calor bañaba su alma desde lo más profundo de su melancolía, y el frio de
sus días desaparecía sin razón. Alguna vez se le escucho contar, que cuando
ella miraba sus ojos, solía perderse en arenas doradas, en una noche profunda
pero nunca oscura, una luz iluminaba su mirar. A ella le gustaba perderse en
aquellas arenas sin tiempo.
Ninguno recuerda la primer
palabra que se han dicho, pero ambos recuerdan el primero de sus besos, en el
pasillo de la segunda planta frente a la puerta de su casa, antes de entrar y
volver su amor uno solo.
Cuantas veces se les vio
caminar por aquí, conversando sin parar, sobre mundos distantes, sobre tierras
sin nombre, sobre su amor, la vida, la eternidad, ambos sonreían con sus
miradas al cruzar.
¿Qué fue lo que vio en ella?
Quizás fue su palpitar, de su risa su cantar, de sus labios como el mar la
inmensidad, eran fríos pero a él con los suyos le gustaba calentar. Fue quizás
su poesía de ella y de él, las que los hicieron enamorar. Ella se enamoró de un
ser celestial y eso amaba de él, pero luego olvido lentamente de donde procedía
y poco a poco lo volvió un mortal.
Perdió el brillo de sus
cabellos y las arenas de sus ojos comenzaron a girar, como a todo lo mortal
pasa, les llego la tarde, él la seguía amando como a nadie, ella olvido quien
era él.
Ocurrió hace tiempo por estar
tierras que al pasar, Tonatiuh el señor del sol, vio a una joven de la que se
enamoró, se dieron su corazón, luego ella lo olvido.
EL ZOMBI
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