martes, 3 de mayo de 2016

EL ROMANCE DEL SOL

Hace tiempo, no sé cuánto en realidad, pero no ha sido poco o mucho, si no ambos y ninguno, pues el tiempo no es el mismo ni es contado igual por todos los seres que habitamos este mundo. Pero paso, que tiempo atrás, un hombre de extrañas ropas, similares a una gabardina o aun gabán, de colores amarillos, rojos, naranjas, con rombos y figuras bien trenzadas a lo largo de toda la prenda, por delante y por detrás, que era complicado decir de qué color era en realidad, paseaba por aquí.

Tenía el cabello largo, no era rubio, ni castaño, tenía un brillo propio, que lucía aún más brillante con los rayos del sol que acariciaba sus cabellos, y este respondía en una conversación de luces, rojas, naranjas, doradas, no se podría decir de qué color era su cabello al final.
Sus ojos eran castaños, y su mirada era profunda y durante muchos siglos llena de melancolía y ausencias. Hasta que la vio.
El la abordo simplemente con mirarla, era morena, bajita, con el cabello largo y en capaz, nariz bonita según él, como un quetzal la comparo. Se sentó frente a ella, mientras ella leía su manual de mecatrónica segundo semestre, no tardó en darse cuenta que era observada por él. Sus miradas se cruzaron por primera vez, ella sintió que un calor bañaba su alma desde lo más profundo de su melancolía, y el frio de sus días desaparecía sin razón. Alguna vez se le escucho contar, que cuando ella miraba sus ojos, solía perderse en arenas doradas, en una noche profunda pero nunca oscura, una luz iluminaba su mirar. A ella le gustaba perderse en aquellas arenas sin tiempo.
Ninguno recuerda la primer palabra que se han dicho, pero ambos recuerdan el primero de sus besos, en el pasillo de la segunda planta frente a la puerta de su casa, antes de entrar y volver su amor uno solo.
Cuantas veces se les vio caminar por aquí, conversando sin parar, sobre mundos distantes, sobre tierras sin nombre, sobre su amor, la vida, la eternidad, ambos sonreían con sus miradas al cruzar.
¿Qué fue lo que vio en ella? Quizás fue su palpitar, de su risa su cantar, de sus labios como el mar la inmensidad, eran fríos pero a él con los suyos le gustaba calentar. Fue quizás su poesía de ella y de él, las que los hicieron enamorar. Ella se enamoró de un ser celestial y eso amaba de él, pero luego olvido lentamente de donde procedía y poco a poco lo volvió un mortal.
Perdió el brillo de sus cabellos y las arenas de sus ojos comenzaron a girar, como a todo lo mortal pasa, les llego la tarde, él la seguía amando como a nadie, ella olvido quien era él.
Ocurrió hace tiempo por estar tierras que al pasar, Tonatiuh el señor del sol, vio a una joven de la que se enamoró, se dieron su corazón, luego ella lo olvido.


EL ZOMBI

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