Pergamino
balompédico
Alex
Carbajal Berber
Los
naturalizados y los extranjeros
Me
imagino que nadie que siga la liga mexicana y la selección nacional, le quedará duda que
después del terrible trabajo que realizaron en las eliminatorias mundialistas, el
balompié azteca está urgido de cambios significativos.
Los
tumbos que fue dando el cuadro mexicano en su clasificación mundialista,
generaron grandes dudas sobre el por qué algunos cuadros juveniles de México,
como ha sido el caso de varias generaciones sub17 y algunas sub20, han tenido
excelentes torneos internacionales, incluso campeonatos; mientras que a la
selección mayor cada vez le cuesta más frente a rivales que, en apariencia,
deberían ser un trámite.
Algunas
figuras de nuestro futbol han venido señalando la urgencia puntual de tratar
dos temas añejos que han pasado por default en los consejos de dueños de la
Federación Mexicana: el número de extranjeros en la liga, y los naturalizados
en la selección.
El
número de extranjeros en la liga, explica un poco lo que sucede en esa brecha
amplia existente entre los cuadros juveniles y los de la selección mayor, en
participaciones mundialistas. Entre los futbolistas que se nacionalizan, y los
que llegan de otros lares, son cada vez menos los cupos para futbolistas
juveniles de buena calidad, que muchas veces se quedan en la división de
ascenso por la falta de espacios en las plantillas de primera, en cuyos casos
hay foráneos que no aportan nada a elevar el nivel futbolístico de la liga.
Ha
sido tan evidente el problema, que para algunas posiciones –como la del famoso
“10”-, las opciones son tan reducidas para jugadores jóvenes, que se termina
dependiendo de argentinos de segunda categoría para reforzar la selección, los
cuales nunca jugarán para una selección argentina absoluta porque su nivel
futbolístico es muy inferior al de los gauchos que disputan los mejores torneos
europeos.
El
hecho de que haya cinco plazas de extranjeros, sin olvidar los naturalizados,
ha cerrado las puertas de muchos balompedistas juveniles que no ven
posibilidades, incluso en clubes que, por su condición, deberían ser semilleros
naturales, como Pumas, Atlas o Chivas.
No
son pocos los clubes que, ante el avasallamiento de los promotores que importan
futbolistas de poca monta en cantidades astronómicas, terminan fichando por
inercia, obstaculizando un paso natural para esos jóvenes que han hecho bien
las cosas en torneos juveniles. Así es como Biancucchi llega a un grande del
futbol mexicano, por el hecho de ser el primo de Messi.
Otro
factor: el aburguesamiento de las pocas figuras habidas, se debe a la falta de
competencia de jugadores mexicanos. Les temen a pocos porque, en muchos casos,
un diamante en bruto está tapado por un fragmento de estiércol traído desde el
extranjero.
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