viernes, 14 de junio de 2013

IEEA

Niños jornaleros de Colima

Trabajan para ayudar en el sostenimiento familiar

Redacción – Dimensión
En el estado de Colima, como en todo el país, aún hay pequeños, que no pueden darse el lujo de jugar, porque tienen que trabajar para ayudar en el sostenimiento del hogar y por eso, muchas veces ni siquiera asisten a la escuela.
El director general del Instituto Estatal para la Educación de los Adultos (IEEA), Oscar Javier Hernández Rosas ha podido palpar esta realidad entre las familias de jornaleros agrícolas que viven en los albergues cañeros, donde el ambiente de marginación y pobreza afecta directamente a niños y adolescentes, por lo que ha asumido el compromiso personal e institucional, de trabajar para garantizar que la educación básica, como derecho fundamental de las personas, llegue a estos grupos que provienen de diversas comunidades indígenas de estados como Oaxaca, Guerrero, Michoacán e incluso Veracruz.

La prioridad para el IEEA debe ser asegurar y llevarles el servicio educativo, para que aprendan a leer y escribir, terminen su primaria y secundaria como base para que puedan encontrar el camino a  mejores condiciones de vida con mayor bienestar, ya que sólo con educación podrán aspirar a romper con la tradición de familia, de trabajar sólo como jornaleros y vivir en condiciones de atraso y subdesarrollo.
En los albergues donde habitan las familias de los cortadores de caña, resuena un permanente llamado a la sociedad colimense para que participe activamente con acciones orientadas a modificar las condiciones en que viven muchos niños y niñas, adolescentes y jóvenes, a quienes se les puede observar, si nos detenemos a observar con mirada crítica y analítica que nos mueva a la reflexión.
Lo menos que debemos hacer es reportar los casos de niños en situación de calle, los casos de explotación laboral y en lugar de librarnos del compromiso social mediante una limosna, buscar la forma de trabajar en forma comunitaria, para procurar que todos los niños ejerzan sus principales derechos, como el de tener una infancia feliz y recibir educación, tal como lo manda la Constitución federal.
Los principales factores que obligan al trabajo infantil en las calles, son: Escasez de recursos económicos en el núcleo familiar, la pobreza, la necesidad de contribuir con el gasto familiar, la marginación a que están expuestos, la violencia y el abandono social, además de otros  como la desintegración familiar y factores culturales derivados de los usos y costumbres en sus comunidades de origen.
Las familias de jornaleros afrontan riesgos de accidentes y enfermedades, agresiones físicas y verbales, generándose condiciones para caer en el consumo de drogas o alcohol, situaciones que hacen que muchos niños queden en el analfabetismo, en su caso los que estudian tengan bajo rendimiento escolar, abandono de estudios y en suma, queden excluidos del sistema educativo y de oportunidades de desarrollo, ya que sólo les quedará el camino de ser trabajadores del campo no calificados, con menores ingresos.
Oscar Javier Hernández Rosas reconoce que el reto de llevar los servicios educativos del IEEA a los jornaleros agrícolas no es tarea fácil, por las condiciones en que viven, lo pesado de su trabajo y el esquema cultural que los ha mantenido atados a viejas costumbres, pero es muy satisfactorio ver como poco a poco hay cambios y ya hay una actitud de apertura para el aprendizaje y el estudio.


Seguro que eso podrá contribuir en algo para que las nuevas generaciones vislumbren cambios en sus vidas y se abran a otras perspectivas de desarrollo y realización, puntualizó.

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