sábado, 9 de marzo de 2013

OPINIÓN


Pergamino balompédico

Alex Carbajal Berber

Los espías de Iberia

Barcelona y Real Madrid, en la etapa posterior a los enfrentamientos que sostuvieron en la Liga y la Copa del Rey  -en la que el conjunto catalán extrañó profundamente la presencia de Tito Vilanova en el banquillo-, han quedado sumergidos en escándalos de espionaje desde dentro de su mismo club, tanto para directivos como para jugadores, por cuantiosas cantidades de euros.
Quizá no sea un tema nuevo, pero sí resultó polémico que las fuentes del espionaje hayan salido desde dentro de sus propios clubes, con fines no especificados por parte de aquellos que contrataron el servicio de investigación privada.

En el caso del conjunto catalán, se informó que el propio Pep Guardiola habría solicitado a la directiva un plan de “vigilancia” sobre ciertas figuras del equipo, para saber si seguían sus recomendaciones sobre el cuidado individual de su vida como futbolistas profesionales de alto nivel competitivo. La cuenta no fue nada pequeña: 3 millones de euros, cantidad que habrían cobrado las agencias de detectives privados, a cambio de informar al equipo sobre actitudes poco profesionales de sus figuras.
La noticia que llegó desde Valdebebas es un tanto distinta. Ramón Calderón, en su campaña para ser presidente del Madrid, fue mandado espiar, junto a toda su familia, por Juan Miguel Villar Mir, el rival en dicha elección de la junta directiva.
Otro escándalo, en este caso de arreglos en su reelección, comprometió el futuro de Calderón en el equipo blanco, haciéndolo dimitir como presidente en 2008; sin embargo, el ex mandamás madridista mostró su descontento por la infiltración en su vida privada, y la de su esposa e hijas, que dejó un saldo de cientos de fotografías y evidencias, producto de una investigación cifrada en, al menos, un millón de euros.
El asunto no termina ahí. El espionaje en Europa está en auge, después de que los amaños de partidos han proliferado en prácticamente todas las ligas del Mundo, sobre todo en aquellas de segundo orden, e incluso los fichajes comprometidos o supeditados a relaciones extradeportivas. El deporte en sí se está sumergiendo en un mundo de teléfonos pinchados, conversaciones grabadas y fotografías con telefoto, pues no solamente el futbol está inmerso en esta dinámica, lo están más otras disciplinas como el ciclismo con la Operación Puerto.
A todo esto sumamos los paparazzi que persiguen a futbolistas para llenar las páginas de las revistas del corazón destinadas a destapar los romances y aventuras de los deportistas. Ahora sí que muchos ojos vigilan a unos pocos. 

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