sábado, 6 de octubre de 2012

Pizzas del Bor


Crónica de un 
concierto anunciado…

Ricardo Castañeda Avila – Dimensión

Desperté de un salto por un ruido en la ciudad, no era muy temprano, tenía que irme a trabajar; me bañe de mala gana, había empezado mal la semana. ¡Qué calamidad!
Acelero mis pasos, vuelvo a ser esclavo del reloj, el tráfico citadino cada vez se pone peor, si no fuera suficiente, llegué tarde y mi jefe me llamó la atención.
Al encender la computadora, miré la fecha con todo lo que traía en mi cabeza, olvide otro aniversario con mi pareja. Inmediatamente le marqué a su teléfono particular, la contestadora no se cansaba de mandar mi llamada al buzón, le mande mensajes y la respuesta seguía siendo muda, en Facebook continúe con la misión. Luego de un rato pensé en la posibilidad que quizá estaría enojada. Entonces, tenía que hacer algo para compensar ese descuido.

Me aprisionaba la mañana en una guerra sin cuartel. Mi cabeza, los pendientes, toneladas de papel; sentía volverme loco. Todo regresaba a la normalidad cuando recordaba su nombre.
Así pues, en el muro de la red social, de pronto me llegó una invitación: “Edel Juárez y Miguel Inzunza en concierto”. Era viernes y ya casi las dos de la tarde, el Piri Heredia me había recomendado dicho concierto, Carlos Heredia me invito.
Mi pareja y yo, cuando llovía, solíamos escuchar música de Inzunza, Charlene Arian  y la poesía de Edel.  Llegaron las cinco de la tarde, me alistaba para ir a casa a remendar el daño, entonces sonó mi celular, por un momento creí que sería ella para decirme que todo estaba bien, y no, era mi jefe, pidiéndome que fuera al tercer informe de la señora presidenta, me aprisionaba la tarde en una guerra sin cuartel, mis asuntos laborales no impedían en pensar en ella.
El informe terminó poco antes de las nueve de la noche, en el cielo no había estrellas, más que en chinga me fui por ella, el plan ya estaba armado. Al llegar a casa, la vi acostada en la cama, viendo su telenovela. Como un suave soplo de viento, acarició mi cara. No había disculpa alguna que superara eso. La tomé del brazo y le dije: Creíste que se me olvidó, ¿verdad?; nos vamos, afuera hay sorpresas. Con una sonrisa me dijo todo.´
Ya en el centro de la ciudad, la lluvia aumentaba. Frente al Teatro Hidalgo, de nuevo las puertas de Las Pizzas del Bor nos invitaban a degustar de sus alimentos. Ya pasaban de las nueve- acto seguido- entramos. Las cosas con ella, comenzaron a mejorar cuando pedimos la cena, supe del poder de una pizza, a los pocos minutos, en el escenario, anunciaron a los músicos de esa noche, a media pizza sonaron los aplausos para recibir a Miguel Inzunza y Edel Juárez, mientras más gotas de lluvia caían, mas fuerte sonaban las cuerdas de la guitarra de Inzunza y en las pausas Edel se incorporaba para recitar uno de sus famosos poemas. Entre canción y canción, salían las bromas de los artistas para hacer estallar de carcajadas al público asistente. Cien veces, Al Aire, Llover, Canción de cuna, Si existiera un Dios, entre otras canciones coreaba la gente. Cuando creía que la cosa no pudiera estar mejor, de entre el público salió Charlene Arian a cantar a dueto con Edel y luego con Miguel.
Las Pizzas del Bor estaba a reventar, la gente disfrutaba en cada canción, en cada poema, en cada mordida. Mi pareja me perdonó y sin querer, nos comimos dos pizzas. Ya lo que pasó después, se los cuento otro día…
Hoy habrá danza en Las Pizzas del Bor, nos veremos ahí, entonces, como a las ocho de la noche.


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