domingo, 12 de septiembre de 2021

Compartiendo 

diálogos conmigo mismo

 

El ser humano ha de encontrar al ser

(En este acercamiento de pulsos es donde se sustenta la continuidad del ser humano)


Víctor Corcoba Herrero

corcoba@telefonica.net


I.- ASISTENCIA A LOS DÉBILES COMO DIARIO DE VIDA

 

La vida es un continuo apoyo entre análogos,

un persistente hacer para rehacerse entre sí,

un perseverante vencer y convencer diario,

pues en la constancia de ese mañana unidos,

es donde mana el vivir y emanan los gozos.

 

A cada cual le toca examinar su conciencia,

conocerse en el gran abecedario de la entrega,

y reconocerse  en la veraz dote a los demás,

pues componiendo y recomponiendo el orbe,

es como se consolida y dignifica a la persona.

 

Presentarse a los débiles como la luz del día,

es lo que nos hace grandes a los ojos del ser,

una obra que nos requiere a todos en desvelo

concentrado, constante y animoso en el andar,

para conciliar los pasos y reconciliar andares.

 

II.- LA JUSTICIA SOCIAL COMO RELACIÓN DE VIDA

 

Sin justicia social no habrá evolución humana,

tampoco existirá aproximación de caminantes;

y los clementes frutos del sosiego se disiparán,

porque tendremos que batallar por un mundo,

sediento de amor y desértico de comprensión.

 

Lo ecuánime siempre emerge corazón adentro,

nace a través de una opción clara en el actuar,

de un trabajo constante en el verse y moverse,

de un compromiso con la edificación del uso,

en el darse porque sí y en el donarse sin más.

 

Es un modo de inmortalizar una civilización,

una manera de cohabitar reencontrándonos,

de responder a la mirada del que nos llama

y de corresponder con nuestra fiel presencia:

a esos últimos sin aliento, que nos aclaman.

 

III.- LA SOLIDARIDAD COMO DEBER DE VIDA

 

El mundo de la indiferencia nos ha decaído,

la pereza por el deber de cobijo nos hunde, 

la desgana nos encierra entre mil murallas,

la dejadez nos apaga cualquier entusiasmo,

y lo que nos enciende es un ser aprovechado.

 

Hay que salir de los garrotes del aislamiento,

con la mítica esperanza de un ser desprendido,

dispuesto a unirse y a reunirse con los pobres, 

a tender la mano sobre el que nada en la nada,

y a extender los brazos en abrazo permanente.

 

También hoy esta defensa copartícipe es vital,

es la potencia de una auténtica transformación,

es el camino indispensable para hermanarnos,

es la prueba de nuestra fidelidad con el linaje,

y de nuestra conversión a la versión del verso.


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