Niños jornaleros de Colima
Trabajan para ayudar en el
sostenimiento familiar
Redacción – Dimensión
En el estado de Colima, como
en todo el país, aún hay pequeños, que no pueden darse el lujo de jugar, porque
tienen que trabajar para ayudar en el sostenimiento del hogar y por eso, muchas
veces ni siquiera asisten a la escuela.
El director general del
Instituto Estatal para la Educación de los Adultos (IEEA), Oscar Javier
Hernández Rosas ha podido palpar esta realidad entre las familias de jornaleros
agrícolas que viven en los albergues cañeros, donde el ambiente de marginación
y pobreza afecta directamente a niños y adolescentes, por lo que ha asumido el
compromiso personal e institucional, de trabajar para garantizar que la
educación básica, como derecho fundamental de las personas, llegue a estos
grupos que provienen de diversas comunidades indígenas de estados como Oaxaca,
Guerrero, Michoacán e incluso Veracruz.
La prioridad para el IEEA debe
ser asegurar y llevarles el servicio educativo, para que aprendan a leer y
escribir, terminen su primaria y secundaria como base para que puedan encontrar
el camino a mejores condiciones de vida
con mayor bienestar, ya que sólo con educación podrán aspirar a romper con la
tradición de familia, de trabajar sólo como jornaleros y vivir en condiciones
de atraso y subdesarrollo.
En los albergues donde habitan
las familias de los cortadores de caña, resuena un permanente llamado a la
sociedad colimense para que participe activamente con acciones orientadas a
modificar las condiciones en que viven muchos niños y niñas, adolescentes y
jóvenes, a quienes se les puede observar, si nos detenemos a observar con
mirada crítica y analítica que nos mueva a la reflexión.
Lo menos que debemos hacer es
reportar los casos de niños en situación de calle, los casos de explotación
laboral y en lugar de librarnos del compromiso social mediante una limosna,
buscar la forma de trabajar en forma comunitaria, para procurar que todos los
niños ejerzan sus principales derechos, como el de tener una infancia feliz y
recibir educación, tal como lo manda la Constitución federal.
Los principales factores que
obligan al trabajo infantil en las calles, son: Escasez de recursos económicos
en el núcleo familiar, la pobreza, la necesidad de contribuir con el gasto
familiar, la marginación a que están expuestos, la violencia y el abandono
social, además de otros como la
desintegración familiar y factores culturales derivados de los usos y
costumbres en sus comunidades de origen.
Las familias de jornaleros
afrontan riesgos de accidentes y enfermedades, agresiones físicas y verbales,
generándose condiciones para caer en el consumo de drogas o alcohol,
situaciones que hacen que muchos niños queden en el analfabetismo, en su caso
los que estudian tengan bajo rendimiento escolar, abandono de estudios y en
suma, queden excluidos del sistema educativo y de oportunidades de desarrollo,
ya que sólo les quedará el camino de ser trabajadores del campo no calificados,
con menores ingresos.
Oscar Javier Hernández Rosas
reconoce que el reto de llevar los servicios educativos del IEEA a los
jornaleros agrícolas no es tarea fácil, por las condiciones en que viven, lo
pesado de su trabajo y el esquema cultural que los ha mantenido atados a viejas
costumbres, pero es muy satisfactorio ver como poco a poco hay cambios y ya hay
una actitud de apertura para el aprendizaje y el estudio.
Seguro que eso podrá
contribuir en algo para que las nuevas generaciones vislumbren cambios en sus
vidas y se abran a otras perspectivas de desarrollo y realización, puntualizó.
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